Contra el ex vicepresidente de Ecuador Jorge Glas “hay un ensañamiento sin precedentes” por parte del sistema de justicia y en particular del presidente Daniel Noboa, sostiene su abogada Sonia Vera. Es, asegura, “el caso más grave, emblemático y evidente de persecución judicial y política que yo conozca”; pero, sobre todo, es un asunto sobre el cual pende una amenaza de muerte real “que no debe ser soslayada”.
En entrevista con La Jornada, la jurista, que fue asesora legal de la presidencia de Ecuador durante el mandato de Rafael Correa, reconoce que la línea de acción anunciada por la canciller mexicana Alicia Bárcena, de demandar a Ecuador ante la Corte Internacional de Justicia por la violación de la inmunidad diplomática y la inviolabilidad territorial de México en la sede allanada, “tiene mucho futuro y nos da la única esperanza de poder garantizar la vida y la integridad de Jorge Glas”.
Afirma: “México está demostrando su brazo fuerte en la diplomacia internacional”.
Por descripciones de testigos se sabe que Glas --ingeniero de 55 años, eterno estudiante de múltiples disciplinas-- estaba en la habitación que la embajadora mexicana Raquel Sarur le había asignado en la residencia desde diciembre, cuando se acogió a la protección del Estado mexicano. Acababa de terminar una clase de alemán en línea cuando militares invadieron con la fuerza en la sede diplomática, irrumpieron en el cuarto, lo tiraron al piso y lo golpearon. Lo sacaron por la fuerza en una camioneta blindada. El sábado en la madrugada fue trasladado al aeropuerto. En ningún momento tuvo acceso a su defensa.
“Su hijo me ha dicho que teme por su vida. Y, a decir verdad, yo también”, afirma la defensora, que explica que contrario a lo que se afirma en las sucesivas –y contradictorias—declaraciones de la canciller Gabriela Sommerfeld—Glas no es prófugo ni está en riesgo de fuga. “Es un perseguido político que ya ha cumplido su condena, que tiene derecho a medidas de preliberación y medidas cautelares y que estaba en libertad condicional”.
La abogada desgrana las irregularidades de los sucesivos procesos penales levantados contra Glas, algunos declarados nulos por distintos jueces; otros sostenidos por evidencias fabricadas y sin respeto al debido proceso. Todo ha sido, asegura, “una rocambolesca y aberrante persecución” contra este político que fue vicepresidente con Correa y en un breve periodo con Lenin Moreno.
--Entre otras explicaciones, el gobierno de Noboa alega “riesgo inminente de fuga” de Glas para justificar la invasión militar a la embajada.
--Lo que no dicen es que Jorge se entregó dos veces a la justicia de Ecuador. Primero, cuando iba a ser el inicio de su primer juicio. Salió libre por una medida cautelar. Al mes se la rechazaron y se volvió a entregar. Y así pasó cinco años en la cárcel. Beneficiado con otra medida se hizo evidente que el gobierno tenía la firme decisión de volver a encarcelarlo.
“Con un riesgo añadido. El ha recibido mas de 70 amenazas de muerte. Para entender que este es un caso de persecución política hay que decir todos los jueces que han sentenciado a favor de Glas han sido destituidos, presos o están fuera del país. Es el único ecuatoriano que tiene cuatro pronunciamientos de jueces internacionales a su favor, entre otros de la CIDH y el grupo de detención arbitraria de la ONU. En el Caso Odebrecht, Glas está en el expediente del Lava Jato de Brasil. Este fue declarado nulo en Brasil y se le notificó a Ecuador. Y cuando el juez en Ecuador recibe la notificación de nulidad, simplemente la guarda en el cajón y no la ejecuta.
--Tiene la misma sentencia que Rafael Correa –exiliado en Bélgica—en el expediente llamado “Sobornos”.
--Es una tremenda aberración. Es un juicio de casación que normalmente dura casi dos años. Ese se resolvió en 17 días. Lo acusan de ser un “influjo síquico”, una figura inexistente.
--Lo definen como un delincuente sentenciado.
--Hablan sin conocimiento de causa. Glas tuvo dos sentencias, una de seis y otra de ocho años. Al cumplir el 40 por ciento de la pena tenía el derecho a acceder al beneficio penitenciario. Pero para evitarlo y ya a punto de salir le abren una nueva causa, el Caso Singe, que no procedió. Como no le resolvían la preliberación, un juez le dio medidas cautelares y salió libre para esperar la audiencia de la jueza.
“En el ínterin, el partido de la Revolución Ciudadana pidió juicio político contra la fiscal general Diana Salazar en la Asamblea. En venganza, reanudó una causa de 2019 en la que se le acusaba de peculado con los fondos de la reconstrucción por los sismos en Manabí. En Ecuador los procesos solo pueden estar abiertos dos años. Este tenía más de cinco. El tema es que siendo Glas vicepresidente se realizaron proyectos en la región que no solo eran de reconstrucción sino de reactivación productiva, con obra que no existía antes. Pues eso para la fiscal eso es peculado.
Y venía otro caso en camino, “Metástasis”. Dice la defensora: “No nos quedó duda. Contra toda legalidad querían volver a meterlo a la cárcel. Para ello le anularon los beneficios de la preliberación. Lo descalificaron por que en prisión “no hacía ejercicio”. Y se consideró que no se había involucrado en actividades de reinserción. En lugar de eso en su tiempo en prisión estudió dos maestrías, que la dirección de la cárcel no lo validó”.
En octubre del año pasado ocurre otro hecho que termina por orillar a Glas a buscar asilo. Siete sicarios colombianos capturados y responsabilizados del asesinato el candidato presidencial Fernando Villavicencio fueron ahorcados. En sus años de cárcel ya había sido testigo de este tipo de ejecuciones. Y decidió que el riesgo de muerte de volver a prisión era serio. Así resolvió acogerse a la protección del Estado mexicano.